MÁRTIRES DE LA RESISTENCIA AMBIENTAL EN MÉXICO (2006-2012)
(La Jornada, 4 de enero del 2013)
Hoy defender in situ
a la naturaleza es enfrentar ineludiblemente a las fuerzas desbocadas
del capital: grupos de talamontes locales o regionales, impulsores de
megaproyectos, gigantescas empresas mineras, de energía o del agua. Cada
conflicto ambiental es una batalla recia entre los intereses
corporativos o privados y el bienestar de los ciudadanos convertidos en
voceros, defensores y militantes de la naturaleza. En estas batallas el
Estado actúa casi siempre del lado de los primeros, y bajo los escudos
justificativos del
progreso, la
modernizacióny el
desarrollo. Cuando los intereses de la ganancia económica no logran corromper a abogados, jueces, presidentes municipales, funcionarios estatales y federales o bien dividir a las comunidades en resistencia, echan mano del último recurso que les queda: la cárcel, el secuestro, la amenaza de muerte y la muerte de líderes, abogados defensores y aún de funcionarios honestos.
En México, donde la conflictividad socioambiental se ha
multiplicado a tal punto que un simple recuento hemerográfico de los
años recientes arroja más de 200 conflictos –54 de ellos provocados por
las compañías mineras– el saldo en víctimas mortales va en ascenso. Se
trata mayoritariamente de gente rural, campesinos e indígenas, pero
también de miembros de organizaciones ambientalistas e incluso de
funcionarios de oficinas dedicadas a la protección y conservación del
ambiente. La lista siguiente (ver cuadro arriba) es un recuento, todavía
incompleto, de los activistas asesinados en los pasados seis años.
No hay duda de que estamos obligados a reconstruir esas historias de
ignominia, rescatando del gélido silencio a los decenas, quizás cientos,
de héroes ambientalistas tan anónimos como silvestres, que han
arriesgado su vida para preservar el hábitat y los recursos naturales de
la nación y del mundo. Sirva esta modesta contribución para lograrlo.
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