domingo, 18 de noviembre de 2018

COLAPSO y CAMBIO CLIMÁTICO 

-LLAMADO a los CIENTÍFICOS-


La difusión mundial  en octubre pasado del último reporte del  IPCC ( siglas en inglés del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) advirtiendo por vez primera de la gravedad de la situación y señalando que solo quedan tres décadas para cambiar el rumbo de la humanidad en relación a su entorno planetario, constituye un documento clave para entender con cabalidad la situación en la que nos encontramos. 




En un escenario en que ni gobiernos, ni empresas y corporaciones, ni instituciones internacionales, asumen realmente el reto de detener con acciones concretas y urgentes la ruta hacia el colapso, y en el que solamente las sociedades civiles de los países reaccionan a la información proveniente de los académicos, parece sensato llamar a las comunidades científicas organizadas a tomar en sus manos el liderazgo de salvación que el mundo requiere. Se trata de involucrar a los casi 8 millones de investigadores que según el ultimo reporte de la UNESCO sobre la Ciencia existían en 2015.  





Más allá del reporte del IPCC, en los últimos meses han seguido apareciendo contribuciones científicas de autores que ofrecen argumentos  sobre que el colapso de las sociedades es ya inevitable y en el corto plazo (ver el sitio del geógrafo inglés  Jem Bendell: https://jembendell.wordpress.com). Una síntesis de los fenómenos que alimentan esa idea incluye lo siguiente: La “evidencia madre”, la que desencadena los efectos, es que 17 de los 18 años más calientes registrados por los climatólogos desde 1880 están entre 2001 y hoy. La porción del globo que se ha calentado más rápidamente es el Ártico en donde dos tercios de sus hielos originales han desaparecido, especialmente en Groenlandia. Esta reducción ha disminuido notablemente el “efecto espejo” de la Tierra, la capacidad de reflejar los rayos solares, lo cual ha venido a sumarse al calentamiento provocado por causas humanas directas (la actividad industrial incluida la llamada “agricultura moderna”). Esta reducción también acelera la emisión del metano hacia la atmósfera, que es un gas aún más dañino que el bióxido de carbono, y aumenta el nivel de los mares en todo el mundo. A lo anterior se agrega el derretimiento de los glaciares de las principales montañas (desde los Himalayas hasta los Andes), la acidificación de los mares y el abatimiento de los corales, cada vez más especies de flora y fauna extintas o amenazadas, deforestación y pérdida de suelos y acuíferos, y nuevos descubrimientos como la inusitada contaminación de plásticos en los mares. En conjunto todos estos fenómenos son causa y efecto del mayor número y potencia de huracanes, sequías, inundaciones e incendios (como el que ocurre ahora en California), pero de algo todavía más preocupante: la señal de que las predicciones científicas (los modelos climáticos) son conservadores porque no se esperaba que los cambios fueran no-lineales, es decir, más rápidos y severos de lo que se suponía.


Imagen del huracán Wila, 2018

Los científicos, están obligados a sacar a la humanidad del  sitio a donde la ciencia misma la ha llevado. Pues no puede olvidarse que como nueva institución social y cultural, surgió fundamentalmente durante la segunda guerra mundial, y que sus aportes han delineado a la civilización moderna con todas sus virtudes pero también con todos sus defectos. 
Ello significa desplegar una campaña para que los académicos asuman este compromiso de solidaridad con nuestra especie, la única de las diez del género Homo que, hasta ahora, sigue sin extinguirse.




Durante los últimos 2 millones de años, existieron en diferentes épocas otras 9 especies del género Homo, hermanas de la nuestra, todas las cuales se extinguieron.